lunes, 29 de septiembre de 2008

Dulces elecciones (o aproximación a lo que el amor debería ser en alguna otra vida)


Ya lo dijo la madre del filosófo, maratonista, músico, héroe de guerra y empresario más influyente del último siglo: “La vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar”. No descubro nada si digo que el amor y lo dulce son universos que siempre estuvieron relacionados. Vínculo que, sin necesidad de recurrir a especialistas, está forjado por las sensaciones que uno y otro proporcionan más allá de cuestiones marketineras. Ya sea como meros obsequios ocasionales, ardides y/o pretextos lo cierto es que en la vida de una pareja las golosinas fuero, son y serán una constante.
Siempre me atrajeron los locales de venta de golosinas “al por mayor”. No me refiero a esos supermercados para mayoristas sino a esos kioscos ubicados en zonas estratégicas, por lo general en esquinas rodeadas de paradas de colectivos, en donde tan sólo $1 te alcanzaba para seis alfajores Guaymallén, ocho turrones o tres Biznikes . Más allá de la desactualización de los precios recuerdo esas experiencias como los primeros acercamientos a la noción de poder adquisitivo ya que con $ 5 uno podía hacer desastres y darse una panzada de sus golosinas favoritas. Una de las cosas que me llamaban la atención eran esos canastos de madera (tipo macetas) rellenos hasta la manija de dulces. Podían ser Bon-o-Bones, caramelos Billiken, Titas u otro tipo de golosina. En ocasiones eran surtidos y contenían productos diversos de valor similar. Demasiado bombardeo visual para cualquier niño pero representaban mucho más que una simple imagen atractiva. Eran lo desconocido, lo imprevisto, el sinfín de posibilidades, el poder de elegir, la capacidad de sorpresa y elección en su forma más pura. Para un preadolescente la abundancia, la tentación y la lujuria no eran mucho más que eso: un canasto desbordante de golosinas.
Todavía los usan y debo admitir que esos canastos siguen activando mi líbido. Aún hoy cada vez que me cruzo con locales de este tipo, freno y algo compro (si bien siempre estuvo la tentación del manotazo furtivo con su posterior raje nunca cedí, quizás por el miedo a no poder regresar). Llaménlo curiosidad, debilidad por lo dulce o una forma nostálgica de reflotar aquellas experiencias lo cierto es que se me hace imposible pasar de largo. Pero sospecho que es mucho más que eso.
A pesar de los riesgos de caer en simplificaciones, analogías baratas y zapatos de goma (¿pará que están los blogs sino?) me di cuenta que uno se para frente a una mujer de la misma manera que lo hace ante un canasto de golosinas. Están en juego, el menos, expectativas similares: tiene todo por conocer con las posibilidades abiertas, la capacidad de sorpresa, la pimienta de lo desconocido y la aventura de la exploración. Quizás, en ciertas circunstancias, el poder de elección esté más acotado pero aún presente. Podemos arremangarnos, meter mano (sin chistes fáciles) e involucrarnos a medida que vamos descubriendo que el surtido de golosinas es amplio (y todas nos gustan) o darnos cuenta que a ese chocolate tentador y de envoltorio estridente lo acompañan esos caramelos de menta rellenos de anís que tanto odiamos y sólo le gustan a la tía Elvira. O la cosa puede estar repartida y ahí sí se complica la elección. Lo diverso y sus variaciones frente a la seguridad de lo monótono, de los que eligen siempre del mismo canasto. Nunca probaron las golosinas de la canasta vecina, están conformes con su habitual compra y no ven motivo para modificarla.
Claro que en la vida sentimental es todo mucho más complicado. Quizás lo más difícil sea la conexión con lo que deseamos. Por cuestiones que se nos escapan, nos resulta mucho más fácil identificar el deseo por un alfajor, turrón o un par de caramelos que darnos cuenta la manera de pensar una pareja o las expectativas que estamos dispuestos a poner en juego cuando interactuamos con el otro. Tal vez sea el miedo de encontrar debajo del envoltorio algo que no nos guste o que eso de andar metiendo mano en varios canastos tenga mala prensa. También debe pesar la incapacidad de entregarnos al goce y al disfrute como lo hacemos, por ejemplo, a la hora de atacar ese chocolate que teníamos bien guardado. Pensamos y medimos demasiado todo lo que hacemos y decimos sin permitirnos error alguno.
Quizás esta comparación sea antojadiza y estás líneas no hayan sido más que una exteriorización imprudente. Lo bueno es que terminaron y ya puedo irme a comprar algo dulce porque si algo que no debemos dejar de hacer es pasar por el kiosco.

viernes, 1 de agosto de 2008

Ese no sé qué...


Después de una ausencia forzada por la falta de inspiración, vagancia y/o autoflagelación decidí meterme con un tema que ante el endiosamiento de tanta mujer de moral distraída, adicta al quirófano y propensa a intercambiar sexo por bienes materiales necesita ser debatido y reivindicado: la sensualidad.
¿A qué nos referimos cuándo decimos que una mujer es sensual? ¿Es condición exclusiva de las mujeres físicamente atractivas? ¿Puede haber atracción sin sensualidad? ¿Son sinónimos provocación y sensualidad? No pretendan encontrar aquí las respuestas, simplemente intentaremos adentrarnos en la cuestión sin ánimos de llegar a conclusión alguna. Acá nos especializamos en cosas superficiales si quieren profundidad vayan a bucear.
La sensualidad es el patrimonio más valioso que puede poseer una mujer y ante todo cumple una función potenciadora. Si se tiene, resalta las virtudes o bondades físicas y opaca los defectos pero si se carece de ella el efecto es proporcionalmente inverso. Una de sus características esenciales y que hace más dificultoso el estudio es su volatibilidad. Uno puede afirmar si una mujer es sensual pero nunca podrá definir cuáles son esas cualidades particulares que así lo determinan. Es como un aura, un todo, una nebulosa en la que se entrecruzan la belleza física, la actitud, el lenguaje corporal (posturas, gestos) y su look u onda. Otra cualidad es la atemporalidad, se puede ser sensual a los 20 o a los 50. Tampoco es condición sinequanom de la belleza. Una mujer puede ser hermosa para todos los mortales pero carecer de sensualidad aunque difícilmente una mujer sensual no sea bella. Es habitual que la sensualidad esté asociada a la provocación sexual o para decirlo de una manera más directa a la capacidad entonces vale hacer la diferenciación. La sensualidad seduce, atrae, señala, indica con límites mientras que la belleza física provoca, calienta, exhibe. Una es sigilosa pero punzante, la otra agresiva.
Siguiendo la tendencia de este blog a confeccionar listados, y siempre a modo ejemplo y disparador de debates, les dejo el ránking de las mujeres (célebres) más sensuales del planeta. Espero sepan disculpar si omití a la mujer de sus sueños y entiendan la crueldad que representa elegir tan sólo diez.

1) Sharon Stone: Un ejemplo de cómo la sensualidad puede ir de la mano con la provocación. Debo reconocer que marcó mi adolescencia.


2) Michelle Pfeiffer: Le entregué a La Real Academia Española un petitorio con 582.424 firmas exigiendo que una foto suya acompañe la definición de la palabra sensualidad. Inolvidable en Los Fabulosos Baker Boys, infartante en Batman Returns y sublime en I am Sam. Veremos si prospera el pedido.

3) Mónica Bellucci: Italia concentra el 30% de las reservas mundiales de sensualidad. Las tanas tienen ese no sé qué que enloquece. Su mejor versión está en Ricordati di Me

4) Angelina Jolie: Considerada por muchos la mujer más hermosa sin tener los mejores
pechos ni la mejor cola. (Me da pudor poner tetas y culo). La clave está en la gestualidad. Le perdonamos sus insoportables excentricidades y subí de peso!!!
5) Madonna: Todas sus mutaciones fueron favorables. Diosa. Cada día más buena!!!

6) Elisha Cuthbert: La descubrí tarde en la serie 24 interpretando el papel de la ingenua hija de Jack Bauer. Me estaba perdiendo de mucho. Como dice mi hermano: “hace mal”.


7) Natalia Oreiro: Sensualidad a prueba de looks, como dicen las mujeres, muy jodidos de llevar. Con el pelo corto violeta o largísimo y fucsia. Con remera y jean o disfrazada de Marilyn Monroe.



8) Sacarlett Johansson: El último fetiche de Woody Allen. Otra con una gestualidad particular. Explota.


9) Halle Berry: Si me preguntan qué mujer tiene el mejor físico no tengo dudas en elegirla. Un cuerpo tallado de excelentes proporciones y hermosa cara.

10) Araceli González: La única argentina de la lista. Un caso parecido al de Natalia Oreiro y ratificando la teoría que la sensualidad así como tiene que ver con todo también está más allá de todo. Con o sin Photoshop.



Algunos pensarán “qué vivo, son todas un infierno” y es verdad, pero si para ejemplificar lo que considero una mujer sensual pongo a la chica de la panadería cerca de casa el ejemplo perdería validez por una cuestión de alcance. Además si no acompaño el texto con las fotos de estas bellezas ¿quién se va a tomar cinco minutos para leer tantas pavadas? Marketing, que le dicen...

Ahh, me olvidada, nobleza obliga... muy inspirado no hay que estar para hablar bien de estas señoritas...

miércoles, 16 de julio de 2008

Amigos son los amigos



Como no se me ocurre nada para actulizar el blog y en ocasión del "Día del amigo" les dejo este videito para que disfruten. Sepan disculpar la falta de creatividad

jueves, 19 de junio de 2008

¡TODOS A CHAPAR!!!


Que vuelvan los lentos” clamaba una marca de unas cosas raras que no son nachos ni papas fritas (igual zafan). “Por un mundo más justo”, “Un lento hace todo más fácil” son algunas de las proclamas de las publicidades. Desde aquí, en la entrada del 31 de enero, nos habíamos sumado a la campaña. Pero más allá de exageraciones publicitarias ¿las baladas tienen el poder de influenciar sobre la marcha del universo? Mucho más que eso, tienen la capacidad de curar los peores males de nuestras sociedades y mejorar la manera de relacionarnos.
En los últimos años se han multiplicado estudios con el objetivo de analizar el porqué de las crisis sentimentales desde distintas disciplinas (sociólogos, psicólogos, sexólogos, sanateros de la autoayuda). Pero no sólo es tema de importancia para el ámbito académico. En la era de la desesperación afectiva la incapacidad para establecer un vínculo sano y sincero con el sexo opuesto hizo florecer la aparición de brujos, videntes, shamanes, curanderos, exorcistas y gordas hechiceras que dicen tener la clave para que el amor aparezca y sea eterno. En su afán de lucrar con desesperación de la gente han olvidado la llave, el motor que crea, alimenta, fortalece y sostiene el amor en el mundo: Los lentos.
El lento es a dos sin excepciones y más allá de lo musical representa un momento de conexión, de conocimiento, de pacificación de los cuerpos pero sobre provoca el contacto físico sin sexo, instancia esencial para la salud de la pareja. Es el lugar del abrazo, de la caricia, del mejilla-mejilla, de los aromas y de los besos (hay que tener el timing de besarse en el minuto final del tema). Ahora dígame estimado/a lector/a: ¿Cuántos lentos ha bailado con sus parejas? Seguramente el número sea ínfimo y ahora pueda entender algunos fracasos anteriores.
A continuación les dejo un listado de mis baladas favoritas en orden de preferencia siendo plenamente consciente de mi alta exposición a las críticas. No me importa, ME HAGO CARGO. La mayoría son clásicos de la mal vilipendienda década del ´80. Los invito a que pasen, lean y me digan cuál es ése lento que extrañan, disfrutan o añoran bailar con su chico/a. Para terminar y retomando lo dicho en la entrada del 31 de Enero titulada “Me permite esta pieza señorita” en los tiempos de la histeria y del fast-love defendemos, reivindicamos y clamamos por un mundo con más lentos. Y TODOS A CHAPAR!!!

1) Your lastest trick (Dire Straits): Mi favorita. Un saxo sencillo pero demoledor. Gran grupo.

2) Take my breath away (Berlin): La más esperadas en los asaltos. Poco se sabe de sus autores, la información será bien recibida.

3) Listen to your heart (Roxette): Si tenés entre 27 y 32 y estos dos personajes extraños no fue parte de tu vida amorosa de alguna manera… algo hiciste mal.

4) Carrie (Europe): Tengo que confesarlo: de ser roquero me hubiese gustado tocar en Europe. Un grupo que encabezó toda esa movida que dejó grandes temas. Sentimiento puro.

5) Totally eclipse of the heart (Bonnie Tyler): No podía bajar del top five. Imposible hablar de lentos sin nombrar esta canción. Romanticismo al mango.

6) Right here waiting (Richard Marx): La mejor de otro de los gurúes ochentosos de los lentos. Tema muy usado para pelis, series y programas de la época. Un tipo muy fachero que pudo sobrevivir a los raros peinados nuevos.

7) Against all odds (Phill Collins): Uno de los maestros de las baladas, un gran músico. Hermosa canción.

8) I get lost in your eyes (Debbie Gibson): ¿Que será de la vida de esta bonita chica? Me la imagino casada, viviendo en algún estado sureño habiendo dejado atrás las causas por robo en shoppings.

9) Nothing gonna change my love for you (Glen Madeiros): Otro de los lentos más bailados en los asaltos. Siguiendo con las suposiciones a su autor lo veo tocando en restaurantes exclusivos de la zona del caribe repleto de parejas de turistas mayores de edad.

10) I wish it would rain now (Phill Collins): Otra gran balada de Felipe Colina aunque no entiendo que quisieron hacer en el video.

11) Surrender to me (Richard Marx): Otro poroto para Richard.

12) You and I (Scorpions): Otro de los grupos que hicieron grandes baladas. Quizás la menos conocida de este lista. Escuchenla.

13) I wanna know what love is (Foreigner): Un poco cansina pero simpática.

14) Now and forever (Richard Marx): Sí, otra vez…

15) When you say nothing at all (Ronan Keating): Más light, más naive pero un muy buen tema. Tampoco sabemos qué fue de la vida de este tipo, lo veo como productor de Coldplay o de The Magic Numbers.
Bonus track: Cometí un error imperdonable y tengo que remendarlo de alguna manera. No puede faltar en este listado Eternal Flame de The Bangles uno de los más solicitado en las fiestas de aquella época. Hermosa canción, más si la bailás con esa chica tan especial...

miércoles, 4 de junio de 2008

El lado oscuro


En el afán de simplificar las cosas la humanidad ha recurrido casi impunemente a las antinomias. Podríamos nombrar varias pero no quiero aburrirlos ni ocupar espacio. Casi como un reflejo acudimos de manera permanente a polarizar todo lo que nos rodea. Lo que nadie dice es que si el mundo estuviera dividido en dos sería todo mucho más sencillo. Pero no nos engañemos más, sabemos que no es así. Sería una obviedad pensar que todo lo que no todo lo que no es normal es raro, lo que no es lindo es feo y lo que no es bueno es malo.
En cambio, sí existe un lado oscuro, personas que transitan por la vida rigiéndose con dudosos preceptos morales, con niveles elevados de hipocresía, avaricia, codicia e individualismo. ¿Esto quiere decir que son malas personas? No, no podríamos validar tal afirmación, sólo podemos decir que son hombres que van por el mundo relacionándose con personas de las que sólo pueden obtener un beneficio. En tiempos donde escasea la confianza en el otro acá les enumeramos una serie de puntos que les servirán (en especial a usted crítica lectora atenta, recriminadora incesante) a identificar los hombres que han nacido “en la cara mala, llevan la marca del lado oscuro” (*).

Aclaración del Editor: Debido a lo inexpugnable, inaccesible, imprevisible, inexplicable y volátil en cuanto a patrones de conducta del universo femenino he decidido focalizar la investigación en el género masculino. Sepan entender la elección.

1) Los que toman Pepsi cuando hay Coca disponible. Si eligen Coca-Light son casi tan peligrosos.
2) Le regalaron un perro o un gato a su pareja con el agravante de haberle elegido el nombre.
3) Son los últimos en llegar a un asado (casi siempre cuando ya están todos sentados a punto de comer) y con las manos vacías.
4) Los que dicen “no miro tele” pero justo vieron ese programa que se está comentando en alguna charla ocasional.
5) Los que se meten en las cajas rápidas sabiendo que exceden el límite de número de artículos.
6) Los que cambiaron de equipo de fútbol o no simpatizan por ningún club.
7) Nunca llenaron un álbum de figuritas.
8) Tienen un auto rojo por elección.
9) No saben jugar al póker. Si tampoco saben jugar al truco…
10) Nunca hicieron un asado por seis o más personas. Si directamente nunca intentaron hacer un asado no pierda más tiempo, ármele la valija.
11) En los casamientos gritan “que vivan los novios” al menos dos veces.
12) No se bajan del auto cuando cargan nafta (tute copyright).
13) Van a tres peluqueros distintos en el lapso de un año y medio.
14) Se compran ropa los sábados.
15) Su libro preferido es el Código Da Vinci.
16) Piden las hamburguesas sin condimento en Mac Donalds o Burger.
17) Va a un cumpleaños y le dice al homenajeado “el regalo te lo debo, te lo doy en la semana”.
18) Votaron al PRO al menos dos veces.
19) Sólo practican deportes individuales (golf y tenis por excelencia).
20) Se plancharon el pelo al menos dos veces.

Amiga lectora, ya quedó advertida. Si su chico, hombre, macho, novio, amigo con derecho a roce, esposo, amante, pretendiente, fija y/o asunto está incluido en al menos tres de estos puntos sepa que pertenece al lado oscuro. Usted sabrá qué decisión tomar…

(*) Concurso: la primera persona que deje un comentario diciendo a qué canción pertenece la cita de la última línea de la introducción se ganará un importante premio. (Ver bases y condiciones)

jueves, 22 de mayo de 2008

La máscara encarnizada


El tema de hoy es ni más ni menos que el ritual machista por excelencia: el asado. No sería exagerado si dijera que en este evento social se conglomeran gran parte de los preceptos misóginos que rigen en nuestra sociedad. Es sabido que para que haya discriminación tienen que existir un poder y ese poder consiste en “saber hacer el asado” monopolio exclusivo de los hombres. El centro del poder es la parrilla por eso los individuos que se apostan en su cercanía son los más poderosos (con el parrillero o macho Alfa como eje) y a medida que nos alejamos de ese centro aparece la periferia como zona de exclusión. Es ahí dónde son recluidas las mujeres que sólo forman parte del asado por ser parejas de los hombres asistentes, resignando su individualidad y siendo condenadas a tareas mínimas siempre lejos del centro de poder.
En los últimos años sociólogos, antropólogos y filósofos de distintas partes del mundo han menospreciado a este evento y lo han desechado como objeto de estudio. El antropólogo alemán Jurgüen Klinsmann le manifestó a la revista especializada “Hinkendiente” que “es un ritual digno de una sociedad tan atrasada como la argentina, una muestra de salvajismo y barbarie que me retrocedió a los tiempos del canibalismo. Eso sí, sólo ellos saben cómo cocinar los chinchulines”.
Quizás sea ahora de abrir los ojos y analizar los saberes que se ponen en juego en dicho evento para desenmascarar las relaciones de poder que se esconden bajo la forma de una comida típica. Desde acá recoge el guante Tute “la magia hecha defensor” quien tuvo un gesto de grandeza al colaborar con este humilde espacio para empezar a dar luz sobre esta cuestión. Le damos la palabra.


El asado fue y será mucho más que una excusa utilizada por hombres para realizar una buena comida y charlar de temas que competan a tan ansiado momento, por lo general mujeres, fútbol, política y religión, son los temas elegidos, aunque en el manual de las reuniones las últimas dos están prohibidas.
El macho argentino que se precie de tal debe saber hacer un asado, lo cual implica no menos de 283.342 formas conocidas de prender el fuego y el manejo del mismo con el riesgo que esto conlleva. Los utensilios utilizados son como armas que el asador macho argentino esgrime contra el fuego para domarlo y amainarlo así lograr que este se comporte como él quiere. A esto se le suman secretos de asador tales como dónde, cuándo y cómo salar la carne, la distribución de ingeniería de la carne en la parrilla más el estilo arquitectónico del armado del carbonaje para que distribuya la energía de su calor en forma pareja a todo lo puesto encima de la reja. Y algo fundamental, un cálculo tremendo que asocia ese calor con la densidad de la carne, la magnitud de la grasa y por supuesto la altura de la parrilla. Tema fundamental en la construcción de tan complejo tema, sobre todo a la hora de recordar los diversos puntos de cocción para cada integrante de su mesa como puede ser a punto, cocido, jugoso, cocido pero no seco, jugoso pero no crudo, etc.
Para llevar a cabo tan tremenda tarea se utilizan varios implementos siendo indispensables….sólo dos: el cuchillo del asador, único, irrepetible y amigo incondicional del parrillero; y el repasador, siempre viejo, sucio, pero amigo de batallas. Ese repasador el cual las mujeres quieren reemplazar por un insulso rollo de papel ¡dónde se ha visto!! atentando de esta manera los patrones del asador, éste asador que no deja que nadie ni siquiera opine de cómo esta distribuida la carne, si le falta o no, si sube o no la parrilla. El asador verdadero es celoso de su parrilla, va al baño en un santiamén, porque no dice “mírame el asado”, ¡no hombre!!! ¡por dios!…..es SU asado.
Todo esto se realiza para agasajar invitados con un suculento vacío, tira de asado, chinchus, matrimonio compuesto por el chori y la morci, etc. Luego queda recibir un aplauso bajo la (para mí) asquerosa frase de “un aplauso para el asador”, así gente que únicamente recibió aplausos de muy niño cuando se extravió en Mar del Plata y era paseado junto a una multitud que lo acompañaba , en un asado logra este ansiado tributo.
Pasado el momento de la degustación de la carne asada, sobreviene el momento que invita a dejar todo sucio y seguir charlando, quién dice, un poco entonados gracias a un buen tinto que se sirva en la mesa, y si surge, sólo si surge, un truco entre varios de los comensales.
Ahora bien, teniendo en cuenta la culpa que éstas reuniones generan en los hombres casados y/o de novios, la reglamentación vigente en base a un estudio de Reynolds y Asoc. estipula que por cada tres asados de hombres solos, uno debe ser con compañía femenina. Pero las mujeres difieren en conceptos básicos, como por ejemplo la bebida. En todo asado, hay vino TINTO, Coca y agua y/o soda, en cambio cuando seres femeninos son invitados deben incluirse bebidas como COCA LIGHT, algo que nadie, toma salvo ellas y el ya conocido VINO BLANCO, que desestimando recomendaciones y hasta a su propio paladar, eligen beber un Chardonnay y son contadas con los dedos de la mano de Pumpido las que ingieren un tintazo, sintiéndose agraciados los maridos/novios que poseen una fémina de esas características.
Es bien conocido que para que la mujeres se sientan parte de tan grato evento se les asigna una función que puedan hacer todas a la vez, es decir, la famosa ensalada. Se necesitan al menos cinco mujeres: una lava la lechuga, la otra la corta, la otra lava los tomates, la otra los corta, otra que organiza las fuentes y una más, no incluida en el “selecto grupo” que siempre es dejada de lado por ser la “otra”, la “nueva”, la que “no bancamos” que es la que pone la mesa, tarea difícil, solitaria, que le toca a la más nuevita o más discriminada del grupo.
Ahora, volviendo a la ensalada, a quién se le habrá ocurrido asignarle ese rol, el de la preparación de una insulsa ensalada, la cual nadie la come, siempre sobra, siempre se tira, ¡por favor!! Es hora de vencer ese paradigma y asignarle a la mujer una función real, si quieren formar parte, papas fritas señores, pa-pas-fri-tas. A la provenzal, españolas, pero por favor ¡basta de ensaladas! sino que vayan y no hagan nada, pero NO a la ensalada.
Cuánto mejor sería el rol de la mujer en los asados si hicieran papas fritas, si estarían muñidas de un mazo de cartas para jugar, si enchufaran una Play en la tele y disfrutaran de cómo la gente se divierte. Quiero resaltar el tema de las papas fritas como algo importante en el nacimiento de un asado…. Pero debo caer en la muletilla de que los asados concebidos como tales no fueron diseñados para mujeres aunque la inclusión de esta se haga importante a la hora de la limpieza. El momento del asado, debe ser, y será por siempre propiedad de los hombres, el día que hagamos pastas……las invitamos…

Tute… “la magia hecha defensor”

lunes, 12 de mayo de 2008

Un tipo de fierro

Siempre le había costado relacionarse con el sexo opuesto. Y no porque fuera de esos tipos patológicamente tímidos que se paralizan cuando otra persona se les aproxima aunque más no sea para pedirle la hora. No. El Flaco era una persona desenvuelta. De esos que van a una reunión en la que no conocen a nadie y no tardan en socializar, en mezclarse con la gente, en participar de las conversaciones aunque más no sea con algún comentario trivial, pasajero pero oportuno. Porque El Flaco tampoco era de esos que llegan a un lugar y se adueñan de la atención de todos los presentes. Creo que ese era su mayor mérito. Un tipo divertido pero no agobiante, de esos que buscan constantemente la aprobación del otro. Una persona segura de sí misma más bien. Un observador milimétrico que siempre tenía a mano el comentario justo, una salida ocurrente o el silencio cuando la situación así lo requería. Porque ésa era una de sus máximas virtudes. Saber callarse. No sólo escoger el momento adecuado para hacerlo sino su duración. Porque entre un silencio comprensivo y otro incómodo a veces existen milésimas de segundo de diferencia.
Además con el Flaco se podía hablar de todo. Era un tipo informado, muy leído como decía mi abuela. Tenía una opinión formada acerca de todos los tópicos imaginables tantos los trascendentales como los cotidianos. Sabía de política, de cine y de literatura como de fútbol o cuál era la última pareja de la farándula que se había formado. Y manejaba una cantidad indecente de datos. Fer siempre insistía con que se anotara en uno de esos concursos de preguntas y respuestas estilo “Odol pregunta” que hoy en día están muy de moda. Pero imagínense lo que sería el Flaco ante una cámara sabiendo la cantidad de gente que mira esos programas. Un miedo escénico inmanejable.
Con nosotros no era así, se soltaba. Nunca monopolizaba la palabra en una reunión como podían hacerlo Nico o Javi pero siempre sus acotaciones era bien recibidas. Es más, me animaría a decir que era uno de los tipos más escuchados del grupo. Pero todos esos atributos se evaporaban cuando se enfrentaba cara a cara con una mujer. Se desplomaba, se atontaba, se encerraba en sí mismo y no era capaz de hilvanar una conversación digna por más de cinco minutos. No digo interesante, no me refiero a un diálogo que le rompiera la cabeza a su interlocutora y la enamorara al instante. No, no podía siquiera hablar de las cosas circunstanciales más básicas, de las pavadas que uno habla cuando no conoce en profundidad a la otra persona. El Flaco se aturdía, quedaba inmovilizado, sin reacción. Completamente anulado. Una lástima porque si bien el Flaco no era un tipo fachero era físicamente bien catalogado por el sexo opuesto. Cuando íbamos a alguna fiesta o conocíamos un grupo de mujeres nunca faltaba por la que se interesaba por él. Medía más de un metro ochenta, morocho, ojos verdes, fibroso, correcto y atildado. No tenía la facha de Nico pero nos aventajaba a muchos en ese ítem. Nunca lo ibas a ver con barba de una semana, despeinado o con la ropa arrugada. Pero claro, las minas lo veían interactuar y perdían todo tipo de interés. Siempre callado con esa cara de “qué mal la estoy pasando” o “estoy esperando el momento para irme”. Nosotros sabíamos cómo era, pero para alguien que no lo conocía sus actitudes o posturas era repelentes. Porque Seba, por ejemplo, era un tipo tímido pero en el boliche se encaraba hasta a las que laburaban en el guardarropa, era un tiroteador empedernido, hasta que no agarraba algo no paraba.
Aunque el Flaco minimizaba su problema, el tema era una preocupación en el grupo y en cada reunión en la que el Flaco no estaba solíamos plantearlo. El Loco lo había hablado más de una vez con él pero si bien era plenamente consciente de la situación, el Flaco solía evadirlo o corría el eje de la discusión con facilidad. Porque hasta para eso era hábil el Flaco. Te manejaba los hilos de la conversación y te llevaba para el lado que más le convenía. Eso sí, era un tipo que evitaba los roces o las discusiones pero cuando participaba en una era un sólido argumentador y te hablaba en un tono que más allá de lo que te dijera te hacía creer que era la persona que más sabía de ese tema en el mundo. De ahí el desconcierto que la situación nos generaba. Fer, como todo adicto a la terapia, insistía en sacarle una cita con un psicólogo porque estaba convencido que el problema del Flaco se debía a que en su niñez había experimentado alguna experiencia traumática. Quizás había hecho el ridículo delante de sus compañeritas de jardín o en los primeros años de la primaria e inconscientemente ese recuerdo le provocaba la trabazón pero que con trabajarlo en las sesiones se podía superar. Lo cierto era que el Flaco desconfiaba de los psicólogos y perdonen si soy insistente, pero en los demás aspectos de su vida era una persona muy segura y decidida.
De ahí nuestro desconcierto. Cómo podía ser que un tipo sensato, medido y con facilidad de palabra podía convertirse en ese concierto de desatinos que era el Flaco a la hora de chamuyarse una mina. Nunca le habíamos conocido novia alguna aunque el nos contaba de sus flirteos con alguna compañera del laburo. Porque al Flaco le iba bárbaro como vendedor, hacía tres años que había ingresado en una empresa de cosméticos y en ese lapso ya había conseguido cuatro ascensos. Gustavo, que trabajaba con él y a veces salía con nosotros, lo tenía ahí arriba al Flaco. Decía que no había mujer que pudiera neutralizar las habilidades de vendedor del Flaco. Porque ahora es el contacto de la empresa con las grandes cadenas de supermercado y vende al por mayor pero durante los primeros meses recorrió todas las perfumerías de barrio. Un día, entre copas, el Flaco nos confesó haberle vendido un producto para el fortalecimiento capilar a una señora que había quedado calva definitivamente después de una operación y usaba peluca. Según Gustavo, el Flaco le Había pintado tan bien el producto a la mujer que no encontró excusas para decirle que no y le compró dos pomos. Por eso no nos entraba en la cabeza su trabazón. Su desenvoltura con el sexo opuesto se evaporaba cuando empezaba a notar chances ciertas de que algo pasara, de tener algún tipo de intimidad. Nos daba impotencia no poder ayudarlo porque el Flaco era un tipo de fierro, esos que siempre están en primera fila cuando necesitás algo y si bien en varios aspectos de su vida el Flaco era exitoso, ésa falta de tacto con el sexo opuesto hacía su vida incompleta.
Por eso debo admitir el shock que me provocó la carta de Nati. Me decía que habían sido los mejores cuatro años de su vida pero que ya no me amaba. Que era su obligación moral decírmelo y alejarse antes que cometiéramos el error de casarnos. Que nos merecíamos ser felices. Que en los últimos tiempos se había empezado a sentir algo asfixiada, que le faltaba contención, alguien que la comprendiera y aseguraba haberme dado señales que no supe interpretar. También revelaba haber conocido a alguien que le había despertado cosas en su interior que ni siquiera había sospechado tener, que la escuchaba y que la hacía sentir una mujer plena. Que no era nada en mi contra y no me guardaba ningún rencor pero que su intuición le dictaba vivir esa historia de amor. La verdad que nunca había sospechado de ella. Es probable que a veces la notara algo lejana, tal vez taciturna pero nos conocíamos tanto que hasta sabíamos interpretar los silencios del otro. A los pocos días de haber leído la carta y al ver que mi estado de ánimo se arrastraba por el piso mi hermana se acercó a hablarme. Además de mi hermana menor, Julia era mi amiga y confidente y cuando alguno estaba bajoneado por algún asunto del corazón solíamos prestarnos los oídos. Fue entonces cuando entró a mi habitación y me contó todo. Me dijo que ella sabía que Nati me iba a dejar por el Flaco. Que alrededor de dos semanas atrás la había escuchado hablando a escondidas desde el celular. Que decía frases como “es el momento”, “tenemos que ser fuertes” y “es mejor así”. Después me relató cómo sin que se diera cuenta le revisó el registro de llamadas del teléfono y ahí reconoció el número del Flaco. Me quedé duro, sin reacción. Nunca me hubiese esperado tamaña traición.
Tenía una mezcla de angustia con bronca, de tristeza con indignación. Entre sollozos me dijo sentirse culpable, que la perdonara, que no había sabido manejar la situación y que lo único que quería era verme bien. Pocas veces la noté tan acongojada a mi hermana como esa noche. Le dije que se tranquilizara, que quizás Nati se arrepentía y volvía pidiéndome perdón, buscaba autoconvencerme que el Flaco no había sido partícipe de tal artero plan pero lo cierto es que las pruebas eran contundentes. Desconcertado, sólo atiné a calmar a mi hermana que a esa altura era sólo llanto y desconsuelo. Cuando logré apaciguarla siguió con las revelaciones. Me dijo que no estaba así por mí sino por ella. Y ahí me recibí otro mazazo directo al mentón. Me confesó que venía manteniendo un romance oculto con el Flaco desde hacía siete meses, que lo amaba, que sentía que era el hombre de su vida, que se habían prometido amor eterno y que estaban próximos a blanquear la situación. Que de movida no me lo habían dicho porque pensaban que me iba enojar, que nunca iba a aprobar esa relación, que los dos me consideraban una persona importante en sus vidas y como no querían perderme estaban esperando el momento correcto para enfrentarme.
Fue un golpe duro, me costó salir. Hoy lo recuerdo y siento cimbronazos. A la distancia pienso que fue lo mejor. Nati no era la persona que necesitaba y a pesar de que estuvimos a meses de casarnos nunca pude imaginármela como la madre de mis hijos. Siempre me preguntaba cómo sería pasar el resto de mi vida con ella. De qué hablaríamos los domingos a la mañana, cómo envejeceríamos o cómo sería el sexo después de veinte años de casado. Es más, ahora que lo pienso ella era la mujer perfecta para el Flaco. Una tipa tímida, por demás seria, inteligente pero poco carismática y con un nivel de frialdad necesario como para decirte con la misma gestualidad “habría que comprar más perchas” o “sos el hombre de mi vida”. A los dos años supimos que se habían casado en España y estaban esperando un hijo. Ella estaba trabajando en el restaurant de unos amigos y a él lo habían ubicado en la casa central de la empresa para la que trabajaba. Los muchachos volvieron a ver al Flaco cuando pasó lo del padre. Vino sólo, estuvo unos días y se fue sin hablar del tema. El Loco, con mucho tino, decidió que no era el momento de hablarlo.
Dicen que el tiempo acomoda las cosas. El distanciamiento que provoca el paso de los años nos da un mejor panorama para analizar lo que pasó. Y la verdad es que librado de los impulsos pasionales, con la ira masticada y la mirada libre de distorsiones tengo que admitir que me alegró lo del Flaco. Siempre quise lo mejor para él y si para conseguirlo necesitó hacer las cosas que hizo… allá él. Su conciencia tiene la palabra. Por mi parte, luego de años de batalla, pude dejar atrás los antidepresivos y desde hace once años y tres meses dejé de evadir mi realidad con sustancias prohibidas. Me siento un hombre limpio y pleno. Los años de terapia y los distintos grupos de autoayuda que frecuenté me enseñaron a hacer a un lado al rencor y mirar hacia adelante. Y creo que lo superé, pude sobrepasar ese dolor y hoy en día puedo decir con orgullo la alegría que me provoca que dos personas que fueron parte importante de mi vida hayan encontrado la felicidad. Sin embargo, siempre habrá una imagen que dará vueltas en mi cabeza, que no hay diván ni libro de Bucay que me la haya borrado y me atormentará hasta el final de mis días. Nunca me olvidaré de aquella tarde en la que había quedado con el Flaco que me pasara a buscar por casa antes de ir al cumpleaños de Toti. No me acuerdo porqué motivo me demoré en la Facultad y cuando entré vi al Flaco hablando con mi mamá en el sillón del living. En su momento no le di importancia después de todo con el Flaco nos conocíamos desde jardín y con los años había adquirido un cierto nivel de confianza con toda mi familia. Pero es verdad eso que dicen que el tiempo nos permite mirar con más claridad el pasado. Tan cierto como que ese fue el único día en mi vida que vi al Flaco con la camisa algo arrugada y ligeramente por fuera del pantalón.

by Aleeeeeti

miércoles, 9 de abril de 2008

La verdad oculta de la Milanesa Napolitana

Siempre me llamó la atención que una comida tan sencilla, cotidiana y típica se llamara Milanesa Napolitana. La duda que me perseguía era saber de qué manera ese plato tan nuestro conjugaría el poderoso y próspero norte italiano (Milán) con la pobre y siempre castigada Nápoles. De un lado el glamour de los diseñadores más prestigiosos y del otro La Camorra. Los espectaculares monumentos con las galerías de arte y las construcciones precarias. La arquitectura de vanguardia con los grandes centros comerciales y los pueblos humildes perdidos entre las montañas. El Milán de Berlusconi y el Nápoli de Lavezzi.
Desechada la hipótesis de que algo pueda tener como origen dos ciudades tan dispares, lo primero que pensé fue que la denominación era producto de nuestra grandilocuencia, la pretensión de darle más entidad a las cosas llamándolas de otra manera. Porque los argentinos somos demasiado grosos para que uno plato estandarte de nuestra cocina se llamara Milanesa (parece que en realidad es vienesa) con queso y tomate nomás (la posssta es sin jamón papá). Había que jerarquizarlo, darle espectacularidad, disfrazarlo tras alguna terminología rebuscada que nada tenga que ver con “la cosa”. Después de todo siempre fuimos una sociedad adicta a esos vocablos marketineros (ver publicidad de Schneider). ¿Será parte de nuestra idiosincracia que, forjada a base de complejos de inferioridad, nos hace grandilocuentes o realmente seremos los más lindos, lo más vivos y los más guapos?
Tras noches de insomnio y luego de varias terapias psicológicas fallidas decidí googlear (que me perdone la Real Academia Española) el término para ver de dónde provenía y encontré lo siguiente: “…la milanesa a la napolitana se trata de una milanesa con tomate y queso por encima y luego gratinada en el horno y la verdad es que este preparado nada tiene que ver ni con Milán ni con Nápoles de Italia”. Hasta ahí todo bien pero faltaba lo mejor, saber el origen del nombre. La explicación continuaba. “Víctor Ego Ducrot (periodista) en su investigación para las primeras jornadas de patrimonio gastronómico argentino (“La cocina como patrimonio (in) tangible”) dice: “se llama napolitana porque la hizo por primera vez un cocinero tucumano, en un restaurante que se llamaba Nápoli, que quedaba frente al Luna Park”. Fueron tres líneas pero me dispararon varias cuestiones que me hicieron repensar mi existencia y darme cuenta que lo inquietante de tan sabroso plato (¿existe persona en el mundo que se haya negado a una buena milanga?) no era su denominación que no era más que una máscara, como alguien diría, “un velo de ignorancia” de otras cuestiones muchos más profundas.
No es casualidad que le hayan adjudicado el nombre del restaurante. Si fue creación de un cocinero tucumano debería llevar su nombre o en el peor de los casos llamarse “Milanesa a la tucumana”. Pero no. Le pusieron el nombre del restaurante en el que nuestro ignoto héroe seguramente era explotado y la plata que le pagaban sólo le alcanzaba para pagar un magro cuarto en una pensión o coventillo de La Boca. Quizás ser tucumano y cocinero no eran méritos suficientes para los círculos de la elite letrada de la clase dominante encargados de escribir la historia. Una muestra más de la opresión a las clases trabajadoras. La extracción de la plusvalía en su cara más cruel. No les alcanzó con apropiarse de su fuerza de trabajo, de su tiempo, de sus energías, de sus creaciones sino que también le robaron el derecho a quedar inmortalizado y pasar a la posteridad dándole nombre a uno de los platos más característicos del país.
Ya están notificados. Imposible mirar para el costado. De aquí en adelante cuando encaren una suculenta Milanesa Napolitana sabrán que no es más que otro instrumento de la ideología dominante para ocultar la explotación de las masas. Y ahí será decisión de ustedes. Quizás decidan entregarse a los placeres carnales y validar este plato eligiéndolo una y otra vez en el menú. Por mí parte prefiero no ser cómplice de esta apropiación, de la prepotencia de los poderosos que condenó al olvido a aquél humilde trabajador, de esta sociedad que desecha las tradiciones y valores en nombre del progreso. Prefiero pedirme una Suprema de pollo Napolitana que es mucho más rica y me libera de esta pesada decisión.

lunes, 10 de marzo de 2008

La historia perdida


Las grandes cadenas de televisión parecen haber encontrado un nuevo formato para sumar audiencia, auspiciantes y fundamentalemente unos cuantos ceros más en sus ganancias. ¿La fórmula? Fácil: series interminables con historias-chicle y un número de capítulos que variarán de acuerdo a lo caliente que mantengan la pantalla. Así es como se multiplican series de todo tipo y para todos los públicos (en realidad siempre es el mismo). A pesar de no conocer los números, no sería muy arriesgado decir que Lost es la serie que picó en punta y según los especialistas se ha “convertido en un fenómeno de audiencia”(¿?).
Lo primero que tengo que decir es que es una excelente serie. Una gran historia con locaciones espectaculares y un suspenso que se mantiene a fuerza de cruces (a veces muy forzados) entre los personajes y una isla que tiene más interrogantes que palmeras. Stephen King, que algo de historias de suspenso sabe, escribió hace ya bastante un artículo en el que exigía “…Nota a Abrams y su equipo de guionistas: su responsabilidad incluye saber en qué momento escribir la palabra FIN”. Y seguía, “…lo duro va a ser decirle a ABC que Lost va a concluir en determinado punto, y que no importa si el público sigue loco por el programa. Pero por favor, muchachos, no maten a esta dulce vaca a palos, con años y años de relleno. Terminen el programa como quieran, pero cuando llegue el momento del cierre, cierren”.
Creo que esa batalla está perdida, que la historia debió pagar las consecuencias del éxito y sufrió daños irreversibles. Con la “dulce vaca” se habrán dado una flor de panzada y cuando habían pelado los huesos anunciaron que la serie culminará en la sexta temporada. Eso significa 48 (16 x 3) capítulos más. Si usted, querido lector virtual, cometió el imperdonable delito televisivo de no ver ningún capítulo de la serie y alguien se la recomienda, éstas son algunos puntos que deberá tener en cuenta:

1) Si te enganchás con la serie siempre va a haber alguien que haya visto más capítulos que vos y te va a contar lo que viene o tirarte justo ese dato que vos no querías escuchar. El famoso síndrome “Sexto sentido”. Y te aseguro que te vas a sentir violado y te vas a dar cuenta lo fácil que pueden llenar de angustia tu existencia.
2) Así como la serie fue un éxito y le agregaron tres temporadas, si los números
empiezan a decaer se puede venir un final abrupto y/o ridículo. Las palmeras pueden convertirse en robots y asesinar a todos, puede haber un tsunami que arrase la isla y demás. Y ahí quiero ver qué hacés con tu fanatismo.
3) Todavía estoy esperando la explicación de los seis números malditos que parecen ser la clave de todos los misterios de la humanidad. Yo entiendo que haya que mantener el suspenso pero si durante los primeros capítulos me planteás un interrogante tan importante para la historia no me podés estar debiendo la respuesta después de 78 capítulos. Necesito saber si me pasará algo si juego los números en la ruleta y gano una fortuna.
4) Las mujeres están bárbaras, unos bombones y los flacos son casi todos facheros. Están en una isla desierta pero de sexo poco y nada. ¡Sólo algunos besos y un par de escenas hot!!
5) Hurley es el típico gordo buenazo-sufrido-perdedor-marginado y por supuesto que desestimado por el sexo opuesto. Pega onda con una linda mina (Libby) y cuando se le está por dar una vez en su vida. ¡Pum!! No sólo la matan, sino que revelan su pasado en el neuropsiquiátrico. Mensaje para Hurley: “la única mina que te dio bola estaba mal de bocho”. ¿Hacía falta tanta crueldad???
6) Sayid es un irakí que estuvo en la milicia. Llego a la isla buscando desesperadamente al amor de su vida. Es un tipo noble y muy útil para la supervivencia del grupo pero es un torturador. Claro, si era irakí no podía ser panadero o psicólogo, tenía que ser torturador. Se gana a una rubia divina de Beverly Hills que en otra circunstancia no le hubiera dado bola (ojo, igual era medio rapidona). Comienza el romance pero… ¡Pum! También la matan. Se ve que los guionistas son gente resentida y no les gustan las parejas felices. Otro acto de crueldad imperdonable.
7) La serie arranca con un accidente aéreo en el que sobreviven alrededor de ¡60! personas que caen en una terrible isla perdida en algún punto del Pacífico Sur (nunca en un descampado de Florencio Varela). Permisiones del género.
8) Si sos muy ansioso y no podés tolerar 72 capítulos, o sea, 2880 minutos para llegar a la cuarta temporada seguí este derrotero. Mirá los pimeros doce, obvía la segunda y de ahí andate a la tercera. Te ves los primeros y últimos cuatro y ya estás listo para arrancar con la nueva temporada.
9) Si decidís empezar a mirar la serie o continuarla, lo mejor que podes hacer es olvidarte de los ocho puntos anteriores y preguntarte porqué perdiste cinco minutos leyendo este posteo que escribió alguien por el sólo hecho de llevarle la contra a sus amigos fanáticos de Lost. Es lo más saludable.
10) No quiero, basta de decálogos y números redondos!!!

jueves, 6 de marzo de 2008

Una lección de vida


Ante la falta de inspiración y la presión ejercida por Jimmy Jazz para renovar el blog no me quedó otra que recurrir a mi escritor favorito, Roberto Fontanarrosa. Sería pretencioso decir que lo hago a modo de homenaje, simplemente encontré este artículo que son declaraciones extraídas de una charla que dio El Negro en la Feria del Libro de Rosario. Acá se las dejo, prometo renovar próximamente aunque las grandes potencias no me levanten el bloqueo.

Los libros:
“Hay un tema que yo he dicho en muchos casos y que puede sonar provocativo en una feria del libro, pero les voy a explicar desde mi punto de vista cómo yo elijo un libro. Ustedes lo toman como quieran, pero yo les voy a decir qué condiciones tiene que tener un libro para que yo lo elija.”“Primero y principal no tiene que ser un libro gordo. Un libro gordo me parece un abuso de confianza del autor hacia mi tiempo. Es como si aparece alguien y me dice: ‘Quisiera hablar con vos, tenés dos semanas libres...’. ¿Cuál es el lazo de confianza que me une a ese escritor para que durante dos meses yo me vaya a la cama con él y su libro?”“Segundo, y lo va a comprender la gente que ya tiene cierta edad, y no es por la madurez: tiene que tener letra grande. Hay escritores que escribían con letra muy chiquita, y ya a esta altura del campeonato ese esfuerzo es excesivo.”“Otra cosa: tiene que tener espacios en blanco. Si abro un libro y veo un masacote negro, como si fuera un amontonamiento de hormigas, yo digo: ‘¿Por dónde entro al texto?’.”“Otra alternativa: fíjense en capítulos cortos. Ustedes mismos se van a dar cuenta de la sabiduría del cuerpo humano: usted está leyendo un libro y de repente observa que sin darse cuenta su mano derecha va buscando las páginas hasta llegar a un capítulo.”“Otra cosa que me interesa también es que tenga diálogos, porque a mí me gusta escuchar a los protagonistas. Antes pasaba en algunos diarios, porque ahora el género del reportaje es mucho más fluido, que hacían un reportaje y decían: ‘Estuvimos en la casa del afamado escultor fulano de tal, y nos dijo que está pensando en hacer una escultura que representa a un caballo comiendo una codorniz’.”“Yo digo: dejalo hablar al escritor, qué te metés en el medio. A mí con los libros me pasa eso. Y si están bien escritos mejor, pero siempre préstenle atención a esas consideraciones.”


Los estudios:
“Yo desde mi ignorancia me hago una pregunta: ¿por qué los chicos se tienen que levantar tan temprano para ir a la escuela? Gardel se levantaba a las ocho de la noche. Y fue Gardel. (...) Les voy a contar que estuve en Córdoba, donde me dieron el Doctor Honoris Causa, lo que indica lo mal que está la educación argentina. Imagino la desolación de los estudiantes que estudian ocho horas diarias y ven que a un tipo como yo le dan el Doctor Honoris Causa. Yo no terminé el tercer año de la escuela secundaria. Y no levanto como bandera el ser un ‘salvaje ilustrado’; digo que no terminé la escuela porque desde el comienzo sostuve una batalla desigual contra las matemáticas. Desigual por la simple condición de superioridad numérica de ellas. Los números son millones, y yo era uno solo. Yo fui a lo que era el Politécnico y me acuerdo de aquellas épocas de estudiantes, con todas las expectativas..., ¡qué horrible que era eso! Para mí era un espanto, similar a lo que me ocurrió no hace mucho, que tuve que hacer una dieta ayurveda de vegetales.”



La lectura:
“Siempre he ligado la lectura con el placer. Siempre he sido un lector vago. Y repito otra consideración que pasará al mármol: creo que casi todos los grandes logros y avances de la civilización se debieron a la vagancia. O sea, el tipo que inventó la rueda es porque no quería caminar más. Y después de la rueda, el otro invento maravilloso, que ha hecho dar un salto cualitativo y cuantitativo a la humanidad, es el cambiador del televisor. Volviendo a la literatura, no entiendo el esfuerzo por leer, cuando uno se encuentra con tantos libros que los empieza y no los puede dejar, se siente atrapado por los libros, quiere terminarlos y está feliz mientras los lee.”

Los nuevos medios de comunicación:
“Con los mensajes de texto estamos muy susceptibles. Yo me acuerdo de los telegramas. A nadie se le ocurrió decir que ese invento estaba arruinando el lenguaje. Está la gente que dice enfadada que no le gustan los shoppings. Y, no vayas querido, cuál es el problema. Si no, es muy fácil pegarle a la televisión, que a mi juicio es un invento maravilloso. Y repito, si solamente hubiera sido creado para transmitir fútbol ya estaría largamente justificado. Ahora, como todas estas cosas, como la historieta, es un instrumento. Si alguien me escucha a mí tocar el piano, dirá que el piano es un instrumento nefasto. Ahora, si lo escucha a Richard Clayderman, por ejemplo, dirán que es un instrumento sublime. Con la televisión pasa lo mismo. Ahora, estoy de acuerdo con que se usa un vocabulario bastante pequeño, y en ese aspecto la lectura te da más posibilidades de expresarte. Para mí la lectura siempre ha sido un placer. Hay muchísima información, e imperceptiblemente uno va ganando una vastedad de lenguaje, y aparte es una compañía formidable. Se puede vivir perfectamente sin leer un libro. Creo que más de las tres cuartas partes de la población mundial jamás ha leído un libro. Pero, entre una cosa y otra, prefiero leerlos.”

viernes, 15 de febrero de 2008

Mudanza


La continua falta de caracteres para explayarme y la insistencia de mi amiga fotologuense Lelulimon hicieron darme cuenta que estaba haciendo un mal uso del espacio. Me quise hacer el interboy canchero y me abrí un fotolog pero lo que necesitaba realemente o mejor dicho estaba más acorde a mis necesidades era un blog. Así que decidí mudarme de barrio. Y acá estoy. En la inmobiliaria me dijeron que es un tres ambientes amplio y tengo mucho espacio verde cerca así que veremos, en una de esas hasta me puedo comprar un perro.

Acá abajo les dejo los posteos que traje desde http://www.fotolog.com/aleeeeeti. Obviamente como en toda mudanza se pierden cosas pero creo que también se ganan. Es que al revolver todo y revisar cada rinconcito uno se topa con cosas que daba por perdidas, que ni se imaginaba que estaban ahí o directamente desconocía su existencia. Próximamente, y si la apatía no me gana, aparecerán posteos nuevos (¿es posteo la palabra adecuada?)

El que me vendió la nueva vivienda me prometió que los comentarios son abiertos a cualquiera sin necesidad de tener un blog. Es como cuando vas a ver un depto en invierno, le preguntás al que te lo muestra qué tal es en verano y te dice "fresco", "corre mucho aire por la orientación del edificio". Obviamente en Enero te querés morir y rompés toda la pared para poner un aire acondicionado. Así que acepto firmas, sugerencias, críticas e insultos de todo tipo. Bienvenidos.


jueves, 31 de enero de 2008

¿Me permite esta pieza señorita?


Hay que verlos. Están en todas partes. Se mueven como androides que luego del boliche invaden playas, plazas, casas, bares u otros boliches. Saltan repetidamente moviendo espasmódicamente los brazos y flexionando levemente las rodillas. No se tocan, no se abrazan, no se apoyan, no hablan, ni siquiera gesticulan y si lo hacen, sus gestos quedan sepultados tras las gafas desmesuradas que junto al pelo pegado en la cara les cubren la totalidad del rostro. No son alienígenas (habría que ver), no son fanáticos de alguna secta religiosa, son pre-adolescentes, adolescentes y adolescentes tardíos bailando marcha. Sí, MARCHA. No me vengan con esas terminologías inventadas por algún gerente de marketing de una discográfica como Techno, House, Disco, Urban, Tribal-house, Trance, Ambient o Acid House. Otra denominación absurda es música electrónica. Pregunta I: si en el grabador de mi pieza (que funciona a 220V) hago sonar un cd de Nino Bravo ¿estoy curtiendo música electrónica?

En los tiempos de la histeria y la apariencia, en la ciudad del no-contacto, este no-tipo de música parece haberse afianzado. Y es lógico que así sea. No soy un especialista, ni un fanático del baile, apenas me las rebusco para no pasar papelones cada vez que hay que hacerlo pero creo que lo hermoso de la danza es el contacto físico, el intercambio de movimientos y la sintonía entre los cuerpos. Puede haber más o menos contacto, pero contacto cero… Ahí es donde aparece la histeria. Me luqueo, me produzco, me muevo, me muestro, insinúo pero de sexo ni hablar. El otro es un bulto moviéndose en la oscuridad. Cada uno en su mundo. Los nenes con los nenes y la nenas con las nenas. Muchachos/as: A ver si lo entienden. El único propósito del baile es llevar a tu pareja a la cama. Pregunta II: ¿se preguntarán en el boliche “vos venís a rebotar siempre acá”?

Otra de las cosas que no entiendo es el auge de los DJ´s. Ahora resulta que en vez de pasar música tocan y tienen una popularidad enorme. Existen hasta rankings mundiales y las fiestas se promocionan a través del dj de turno. A eso le dicen line-up y cada uno tiene su set. Hace no mucho más de diez años no encontrabas a nadie que supiera el nombre de más de cinco djs, es más, yo pensaba que el único en el mundo era DJ Deró que metía canciones en esos compilados que salían en diciembre bajo el nombre de “Verano del 95” por ejemploy se compraba siempre mi amigo Santiago. Hace poco, en Mar del Plata, una tarjetera (¿o debo decir promotora con flyers?) de Sobremonte me vendió el boliche diciendo “hoy toca Martín García” que fue como si me dijera “en el patio del boliche hay palmeras”. Pregunta III: ¿por qué carajo eliminaron los lentos de los boliches?No pretendo con esto determinar qué es la buena o la mala música, no soy capaz de decirlo. No tengo buen oído y la clave de sol que nos hacían dibujar en el comienzo del pentagrama en las clases de música siempre me salió deformada. La música que escucho es aquella que me transmite algo o me transporta hacia otro lugar. Y si la bailo esa motivación tiene que ser genuina. Si conocen a alguien que le guste la marcha (me encanta decirle marcha porque sé que a ellos no les gusta esta denominación) pregúntenle a cuántas fiestas electrónicas fue sin consumir las famosas “drogas sintéticas” (ver con el Dr. Miroli) o algún tipo de sustancia estimulante, incluido el vodka con speed que es la bebida que toman aquellos hombres a los que no les gusta el alcohol.

Por todo esto no resulta extraño que esta música calce perfecto como banda sonora de la película que vivimos. Tiempos de histeria, de seres superficiales estimulados artificialmente, del no-contacto y del fast-love. Habrá que unirse a ellos o ir al boliche con el cd de Nino Bravo…

martes, 15 de enero de 2008

Morro mágico


Vuelta del Morro, lugar mágico. Trataré de no caer en los lugares comunes de los blogs de viaje. No voy a hablar de precios, ni de excursiones ni de comodidades de los hospedajes ni a recomendar ningún lugar específico para comer ni daré ningún tip (¡qué mal me cae esa palabra!) acerca del Morro. Un amigo sostiene la teoría que la manera de vivir de los brasileños está determinada por las características geográficas de su país, de sus ciudades, de sus playas. Quizás esto dé para una análisis sociológico más profundo que estamos incapacitados de hacer, pero seguramente hay mucho de esto, aunque claro está, la teoría puede ser aplicada en el mundo entero.
El Morro fue un viaje que me agarró por sorpresa porque me sumé a último momento y siguió sorprendiendome allá. Por el lugar, por cómo la pasamos, por las personas que conocimos y por haber descubierto cosas nuevas en las personas con las que viajé (en otros posteos hablaré de ellas). Justamente ésa es una de las condiciones que lo hacen mágico: la capacidad de sorpresa permanente tanto a nivel geográfico (playas, rincones, recovecos, miradores, fiestas locas en lugares locos) como de experiencias vividas.
El Morro fue mucho más que esas playas interminables rodeadas de esa vegetación exuberante que posee la costa brasileña.Es mágico porque el tiempo no pasa. Estás inmerso como en un universo paralelo en dónde el tiempo se mide de otra manera. Estábamos en los primeros días de enero y temíamos regresar a la Argentina y que ya estemos en Marzo. Muchos podrán pensar “el tiempo no pasa porque estaban al dope tomando caipirinha en la playa”, por supuesto que algo de eso hay pero en el Morro todo se mueve y sucede leeeeento. Y está muy bueno que así sea. Es mágico porque te activa física y mentalmente, cuando entrás en su sintonía es difícil salir.
Decía que el Morro fue mucho más porque creo que lo que nos queda de los viajes más allá de todo, son esas situaciones cotidianas, personajes, apodos, esos códigos que se generaron en el día a día y que estarán siempre ahí para permitirnos reconstruir y recuperar este viaje que de alguna u otra manera nos marcó a todos. Juancho: tenías razón.
Nico, Gallego o Flanders: A vos te tengo que agradecer especialmente porque fuiste el que me invitaste (junto con Sucho) y el que me insistió para que vaya. Tengo que seguir los agradecimientos pero dije que iba a hablar más delante de los personajes con los que compartí el viaje…Seguramente seguiré escribiendo acerca del Morro, como primera entrega hasta acá está bien. Habrá que discernir entre material publicable y no publicable. Me costó elegir una foto, elegí la más clásica, la vista que teníamos desde nuestro lugar en la playa. Además todavía no me habilitaron los derechos de imagen los otros pasajeros así que prefería evitar futuras disputas legales. Tendré que pedir las respectivas autorizaciones.