La foto es contundente: Dos recios agentes de seguridad se llevan a detenido a uno de los íconos máximos del humor gráfico, el querido Condorito. Mirada al piso y cabizbajo, el héroe trasandino parece aceptar con resignación la opresión del sistema.
La avalancha de estímulos audiovisuales a la que estamos sometidos día a día, parece haber arrastrado hacia el olvido a este tipo de personajes que han sabido entretenernos, educarnos y para qué negarlo, formarnos como personas. Pero Condorito es mucho más que eso, podría asegurar sin miedo a caer exageraciones que es el fenómeno cultural más importante que le ha aportado Chile a la humanidad (Neruda me aburre).
¿Por qué no existen parques temáticos en su honor?¿Por qué ya no hallamos revistas de nuestro héroe en las distintas salas de espera?¿Qué será de la vida de Pepe Cortisona, huevoduro o Ungenio?? ¿Cómo percibir una sociedad en la que la gran mayoría de sus miembros hayan crecido sin leer siquiera un chiste de nuestro amigo?Preguntas que algún día deberíamos respondernos como sociedad...
Y ahí están sus revistas, amarillas, rasgadas, con alguna hoja faltante sobre la mesa de ofertas de alguna librería de usados. Y ahí está Condorito... otro estandarte del mundo que ya no es, de valores que ya no están, de personas que ya no somos. Otra víctima del sistema que nos encierra los sueños, encarcela utopías y embiste contra todo intento contrahegemónico que amenace la construcción de la uniformidad.
